Me gustan las ciudades. No puedo pensar en ellas como una acumulación de barbaridades arquitectónicas y de condiciones alienantes para el ser humano. La ciudad nace de la necesidad de convivir. Son las herederas de los primitivos asentamientos, los pueblos, las aldeas... Pueden ser lugares de acogida. Lo determinante no son las ciudades sino lo que hacemos en ellas. Nosotros. Pasear por nuestras calles, algo tan poco frecuente y que nos permite disfrutar de visiones tan frescas, tan vitales, como esta de la Calle de las Huertas en Madrid. Barrio de las Letras.
VEO Los ojos, el tiempo y el corazón pueden conformar la forma perfecta de mirar. Aire que entra por los ojos.