VEO

  Calles estrechas de la ciudad. Edificios diferentes. De distintas épocas y texturas, que se enfrentan reflejándose. Que se miran. Conviviendo y creando construcciones visuales desde las propias construcciones. Solidez y ligereza. Materia e imagen.

Entre los estores, sólo una rendija. En el interior de un despacho. Y atisbando esa apertura vemos nacer el sol un día más. Quizás hemos dejado de entender que, como cada día, lo que ocurre es sencillamente, un milagro.  

 Lo que más me gusta de esta fotografía, y supongo que se debe a la luz, es la solidez de sus texturas. La densidad es pétrea, y no sólo en la construcción, también en la oscuridad del cielo. Son casi dos bloque, uno claro, otro opaco, dos espacios casi cuadriculados dividiendo el lienzo. Más que nunca aquí la fotografía parece un cuadro.