Un día miré hacia adelante y comprendí que podríamos decir que la vida está llena de horizontes. Algunos visibles y conocidos, otros más inciertos, pero siempre con el anhelo que nos crea el lugar donde llegar.
Ese paisaje cuyos contornos no siempre son totales, aunque a veces estén más definidos que en otras ocasiones, y que siempre tendrá un punto de sorpresa.
Al horizonte deberíamos de mirarlo siempre con la mente abierta y con esperanza e ilusión, con limpieza de ánimo.
A fin de cuentas, ir hacia él, implica estar vivos.
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