VEO

Las fotografías sin filtro, sólo con el ojo de la cámara que se limita a recoger dándole la dureza del instante a lo que para nosotros se empapa de tiempo, nos lleva en ocasiones a descubrir momentos tan singulares como este atardecer. Imágenes que remiten a la fantasía. Como si sobre el Palacio, el cielo estuviese abriendo una puerta a otra dimensión henchida de luz.  

Inesperadamente el polvo del Sahara cubrió Madrid durante unos días. Lo importante de esta fotografía es el color. Cambio el color cemento del tejado, cambia el azul de la atmósfera. Y la sensación que tenemos es de extrañamiento. Parece otro lugar. Lunar. Distinto. Y sólo ha cambiado el color.     

Me gustan muchos los reflejos. La naturalidad con la que se superponen las imágenes creando un nuevo paisaje de diferentes dimensiones. En este caso, el propio retratista es visto sobre lo que ve. La conjunción otorga a todas las piezas la levedad de un sueño.