
No hay luz más pura, más blanca por encima de las farolas que iluminan las calles pero sin agredirlas. Un globo redondo y blanco tan consciente que no necesita de la imposición. Y nosotros podemos contemplarla con la seguridad de que estamos asistiendo a un momento único que nunca se repetirá, aunque sean igual de hermosos. Porque cada momento vivo es singular.
Comentarios
Publicar un comentario