El día no nace, rompe.
La luz aparece en el horizonte y crece en intensidad con la rapidez de un milagro, hasta que consigue normalizarse una vez que lo ha invadido todo.
Hasta entonces, desgarra nubes, crea sombras, ciega miradas.
Hay milagros que ocurren todos los días ante nuestros ojos y apenas nos damos cuenta.
La luz aparece en el horizonte y crece en intensidad con la rapidez de un milagro, hasta que consigue normalizarse una vez que lo ha invadido todo.
Hasta entonces, desgarra nubes, crea sombras, ciega miradas.
Hay milagros que ocurren todos los días ante nuestros ojos y apenas nos damos cuenta.
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